martes, 23 de febrero de 2010

Cuento de febrero: el fantasma de los amores pasados.


Se había convertido en una huraña del amor, había decidido dejar de querer a ningún hombre en su vida. Se había autoconvencido de que la soltería era la mejor opción, que el mundo estaba lleno de mujeres casadas, separadas, enamoradas, ennoviadas... y que también había un lugar para las solteras, un lugar para ella. Intentaba pasar todo el tiempo que podía en el trabajo, y los ratos libres los pasaba con amigos, amigos que no iban a poder presentarle hombres nuevos de los que podría enamorarse. Había cercado muy bien su círculo con una valla elctríficada anti-sentimientos amorosos, que no fueran de amistad o familiares.

Aquella noche, se enfundó su pijama de algodón, se hizo un moño casero en el pelo y se metió en la cama a leer su correo en el portatil. Su cabeza luchaba por no pensar en el amor, era agotador... se quedó dormida.

- Despiertate... - una voz de ultratumba la sobresaltó. Se despertó y su corazón pegó un vuelco cuando vio aquella imagen a los pies de su cama...

- ¿Pero.... quien eres? - preguntó ella asustada, intentando vislumbrar algún gesto de aquel personaje que no llegaba a identificar.

- Soy el fantasma de los amores pasados... y he venido para recordarte cosas que creo que estas olvidando....

Consiguió identificarlo, era su primer amor, pero estaba bastante extraño portando una túnica negra, eso si con el mismo atractivo que siempre le caracterizó. Llevaba aquellas gafas de pasta, seguía teniendo barriguita, y su pelo negro de punta había dado paso a las canas. Aun asi seguía teniendo esa sonrisa de niño pícaro que la traía por la calle de la amargura.

- Pero... si eres tu... a ver... ¿que clase de broma pesada es esta?

- Dame la mano... - le dió la mano sin dudarlo a pesar de estar aterrorizada. Al tocarse, su habitación desapareció y de repente se encontró en un parque, de noche...

- ¿Donde estamos? ¿Que es esto? Me estoy asustando...

- ¿No lo recuerdas? - el fantasma apretó con firmeza su mano - Estamos en la noche de nuestro primer beso, mira en aquel banco.

Alli estaban, con diez años y bastantes kilos menos, ella y su primer amor. Ella tumbada sobre las piernas de él en aquel banco del parque, y él acariciandola el pelo. Comenzó a recordarlo todo... Ella jugaba con el anillo que él llevaba en su mano, y él empezó a acariciarla. Se besaron...

- Dios mío... había olvidado ese momento tan bonito.

- Para eso estoy yo aquí... para recordartelo. Para recordarte que una persona que ha vivido con tanto amor, y que estuvo tan enamorada no puede dejar de creer.

- Ya no tengo fuerzas para seguir... si todo fuera tan fácil como entonces...

- Todo es tan facil como tu quieras que sea canija...


De repente, se encontró de nuevo en su cama. Él había desaparecido. Encendió la luz de la lampara de la mesilla de noche, se frotó los ojos, y haciendo un repaso de lo que le acababa de suceder, se giró en la cama, se tapó con el nórdico, apagó la luz, y siguió durmiendo pensando que todo había sido un mal sueño...

5 comentarios:

etxekalte dijo...

Siempre leo este blog con interés pero esta vez no he podido resistirme...

Huraña con hache por el amor de dios ;)

chopitosmum dijo...

Por favor, quiero continuación.
Besotes gordos.
(A pesar de los despistes y esas cosas que tenemos todos, y te lo digo yo que soy correctora ;-PPP)

Brü dijo...

Corregido!!!

etxekalte dijo...

No quería ser un troll ortográfico, pero ésa era muy gorda...

Interesante historia... La verdad es que me ha sorprendido la pinta del ex. ¿Qué prefieres que un ex se mantenga y esté guapo o que envejezca y le salga barriga?

X dijo...

Por mucho que suframos por amor, es lo que nos da probablemente los recuerdos más bonitos. No se puede renunciar a todo eso por no querer sufrir. Digo yo. :-)