lunes, 21 de septiembre de 2009

El ataque de la araña asesina


Anoche me encontraba yo placidamente tumbada en mi cama viendo algún programa de esos de cotilleo nocturno, cuando mi compañera de piso tocó sinuosamente la puerta de mi habitación.

- Tía, hay una araña gigante en el salón.

La palabra araña ya da miedo de por si, pero solo de pensar en el adjetivo que le acompañaba casi me da un patatús.

Me pidió que la ayudase a exterminarla, pero no podía salir de mi cuarto, sentía el miedo corriendo por mis venas, la idea de que ese bicho (que yo me imaginaba como de dos metros, peludo, negro y con dientes rollo tiburón) me atacase con sus patas de araña me hizo quedarme en el marco de la puerta acojonada totalmente.

Pero mi choni sacó fuerzas y valentía (basicamente porque yo no estaba dispuesta a abandonar mi fuerte), enganchó el palo de la fregona, y como una superheroína de comic, se dispuso a llevar a cabo el aracnicidio.

Despues de varios intentos de aniquilarla en la pared del salón, su cuerpo (yo no lo vi, porque no quería tener pesadillas) cayó sobre el suelo, y entre gritos de peli de terror, y movimientos espasmódicos de susto, Bambú le asestó varios golpes cual puñaladas hasta acabar con su miserable y peluda vida de araña ocupa de casas ajenas.

Dejamos alli el cadaver, yo pensé que tal vez alguno de los gatos acabaría con el, asi que cuando me dispuse a ir hacia el sofá, horas mas tarde a coger una revista, me lo pensé dos veces y me volví a la cama, no fuera a ser que el bicho inmundo reviviese y volviera del infierno de las arañas a tomarse la revancha.

1 comentario:

Bambu dijo...

Tranquila choni, tras acabar con su vida arrojé su cadaver por la terraza