martes, 22 de septiembre de 2009

Torregorda






















Prometí playa, y a la playa fuimos, pero terminamos en una demasiado cerca de una base militar y de unas dunas llenas de señores haciendo actos impuros. Los hombres llegaban en bici, moto o coche, siempre solos, y desaparecían entre los arbustos.... muy sospechoso. Lo comprendí todo cuando vi como un par de ellos miraban lujuriosamente el culillo de Raúl. Daba igual, la playa merecía la pena, estabamos sólos, no había casi nadie, un par de pescadores y alguna que otra pareja que paseaba. Un gran sitio, y como no, me puse a caminar y a sacar fotos, una miniexcursión mojandome los pies en el Atlántico.






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